Sep 27, 2012

Retomando mi camino...



Amigas y amigos!! Me siento renovada!! Tan renovada que sé que es el momento de retomar este blog...

Este es el tema: Renuncié a mi pega y hace tres días vivo en la más absoluta libertad, del alma, de mente, de cuerpo. No tengo ninguna obligación con nadie. Puedo soñar libremente y saber que esos sueños se cumplirán al momento que los pienso, porque tengo ahora el tiempo tan anhelado que deseaba, de CREAR.

No es que no podía hacer nada de esto antes. De hecho lo hacía. Y tomó un bueno tiempo llegar a este momento, a esta decisión, en conjunto con mi familia, de decir "adiós" al trabajo de empleada. No tengo nada en contra de ser "empleada", en absoluto. Pero ya no funcionaba para mi. Ya no lo deseaba. Y me lancé. Y, además, a pesar de lo confiada que estaba en  esta decisión, todos mis seres más queridos me apoyaron. ¡Mis papás! Con eso fue más que suficiente para sentir ese calorcito en corazón que te dice que todo está bien.

Entonces, aquí estoy. Retomando el camino de la mujer activista. O del ser humano activista. De vivir esta vida tal como creo debo hacerlo.

Quise retomar este blog por dos motivos fundamentales: deseo plasmar mi viaje personal en un formato público como una forma de mantenerme comprometida con mi viaje personal, pero también deseo entregarle a todos ustedes esperanza de que ES POSIBLE. Quizás no necesitan ninguna inspiración. Bueno, entonces les entrego esto para que vean otra forma de cumplir los sueños. Y si lo necesitan, estoy aquí para mostrarles lo que es comenzar un camino de libertad real. Porque eso busco. Quizás mi concepto de libertad no es igual al tuyo. No importa. Porque no estoy aquí para decirles que este es el camino. Es uno de tantos. Pero es de libertad. Es de seguir los sueños. Es de seguir lo que dicta lo más profundo del corazón. Y eso es algo que todos estamos aquí para hacer.

Me siento más activista que nunca. De hecho, anteayer (mi primer día de libertad) escribí en mi cuaderno mágico "Soy un agente de cambio social".



Siempre he sabido que ese es mi camino. Mientras me mantengo en él, seré una mujer absolutamente plena, en paz, y cada vez más agradecida por la vida que estoy creando.

Mar 24, 2012

Por qué no tengo televisor

Hace mucho tiempo antes de volver a Chile estaba considerando la posibilidad de deshacerme del televisor. Hace tiempo que el televisor me parece un especie de intruso en mi casa que viene a hablarme y mostrarme a mí y a mi familia cosas que no me interesan o que incluso me hacen daño. Sí, a veces viene a hablarme de cosas interesantes, pero siempre con la condición de que me quitará entre 10 a 15 minutos hablándome de propaganda inútil cada media hora. 

Cuando me comencé a hacer cada vez más consciente del efecto del maldito televisor en mi hija (sedentarismo, hipnotizada, programas de bajo nivel educacional y, por sobre todo, deseo de comprar cada cosa que aparecía en los comerciales), realmente me preocupé. Empecé a encontrar absurdo que quisiera pasar de media a una hora frente a una pantalla inmovilizada en vez de hacer algo útil (estar consciente de su entorno). Y, en realidad, no sólo me preocupé por ella. Me di cuenta que, finalmente, lo único que veía de manera más o menos seguida (las noticias) no hacía más que contaminar mi mente y bajonearme. 

Le mencioné la idea de vivir sin televisor al guachito varias veces, sin mayor resultado. Cuando llegamos a Chile, nos trajimos un antiguo televisor (que teníamos guardado entre nuestras pertenencias en Viña) a Chiloé. Desde el comienzo me desagradó la idea. 

Pero fíjense cómo funciona el universo: un día, a las pocas semanas de tenerlo, el televisor murió. Simplemente, murió. 

Hoy, la Aye no ve tele en absoluto, a no ser que estemos en la casa de algún amigo o familiar que lo tenga prendido, y tampoco lo extraña. Sí, vemos de vez en cuando una película todos juntos acurrucados en la cama, gracias a internet. No vive absolutamente desconectada: a veces se entretiene con alguno que otro juego en internet, o lee "Condorito" bajado desde una página web. No, no navega la red sola, y el computador no es una necesidad imperiosa en su vida.

Por mi parte, en vez de prender la tele cuando estoy aburrida, leo, escribo, sueño con mi futuro, escribo canciones, paso tiempo con mi guachito y mi Aye, y miro por la ventana. 



Mar 21, 2012

La envidia


A pesar de que soy una mujer orgullosa de sus logros, una mujer que intenta cada día crecer más, una mujer "activista", una mujer que ha creado y concretado muchos sueños, a veces -cuesta asumirlo- me surge una especie de envidia respecto a otros.

Uff.

El/Ella ha logrado más que yo.


El/Ella está tan claro/a en cuanto a su propósito en esta vida. ¿Por qué yo no?


El/Ella es más jóven que yo y tiene mucho más éxito (monetario, fama).


Me viene una especie de rabia, con la persona, y luego conmigo misma. Y a veces incluso me quedo un rato en esa sensación de disgusto personal, sintiendo que soy un bodrio por estar comparándome con otras personas. Es algo muy difícil de asumir y de contar, ya que no es fácil reconocer un punto que se considera 'débil'.


Reconozco también que hay algo muy humano en esto, y por eso no lo rechazo completamente, sino que intento tomarlo, mecerlo, y entenderlo. Y a la conclusión a la que llego siempre es la siguiente: La envidia es una muestra de falta de amor propio.


Ahora, esto no significa que no me quiero. Me amo de una manera muy profunda. Pero cuando entran estos pensamientos me doy cuenta que no estoy pensando en mí, en mi vida, en lo que quiero, ni en mis próximos pasos a seguir hacia mis sueños. No siento satisfacción con respecto a mí misma en estos momentos de comparación. No me amo en estos momentos, y entonces, difícilmente puedo amar al resto. Me olvido del poder personal y lo entrego al primero que cruza mi camino. Me olvido del presente, del amor universal, y de la esencia de la existencia. Dejo de existir.

Entonces, recuerdo quién soy. Recuerdo mis deseos y las acciones que estoy realizando para lograrlos. Recuerdo mi pasión y mi propósito en el mundo, que es entregar la desbordante cantidad de amor que tengo a todos quienes me rodean. Recuerdo que este es mi proceso de crecimiento, que es tan personal y que es único para cada uno de nosotros. Y recuerdo amar, bendecir, y continuar mi camino.

Así, nuevamente respiro, veo, y doy gracias por estar presente en el ahora.